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Con la cosecha en la sangre.

Hace más de 20 años que Gustavo Chiaramello se dedica a prestar servicios con sus dos cosechadoras en una extensa zona agrícola que abarca cuatro provincias. Para él, la calidad de los equipos es la base para fidelizar clientes.

Se estima que en el país existen unos 12 mil contratistas que trabajan entre el 70% y el 90% del área agrícola. En general son pequeñas PyMEs familiares con un legado que atraviesa generaciones. Gustavo Chiaramello es uno de estos empresarios acostumbradas a recorrer miles de kilómetros a lo largo del país con sus imponentes máquinas. Arrancó con la actividad en 1997, cuando su padre le cedió una de sus cosechadoras y a algunos clientes para que pudiera abrirse camino en soledad.

“Creo que ser contratista es algo que se lleva un poco adentro y te tiene que gustar. Porque no es nada fácil estar todo el tiempo en el campo y lejos de tu familia”, resume mientras pone a punto para la próxima campaña a las dos cosechadoras que forman su capital de trabajo. Chiaramello posee dos equipos CLAAS: una LEXION 750 y una TUCANO 570 con las que acaba de cosechar más de 5400 hectáreas de maíz, dando por finalizada la campaña gruesa.

Oriundo de la provincia cordobesa de Río Cuarto, hace ya 19 años que Chiaramello se traslada todos los años hasta la provincia de San Luis para prestar servicios al Grupo Boehler, una empresa agropecuaria con una superficie agrícola de más de 80.000 hectáreas, entre propias y administradas. “Ahí hago el 100% de la cosecha gruesa, alrededor de unas 6.000 hectáreas entre soja y maíz”, explica el contratista y asegura que haber mantenido este cliente le ha facilitado en parte su tarea.

“Esto me permite trabajar con los dos equipos juntos y estar todo el tiempo encima. Antes tenía las máquinas separadas y era todo un lío porque no podía estar al pie del cañón cuando se rompía algo”, confiesa y aclara que sus servicios son muy valorados en la firma por la calidad y eficiencia tecnológica de las cosechadoras CLAAS.

“Mis máquinas son las que generan menos pérdidas de granos comparadas con otros equipos que trabajan para la empresa”, sentencia orgulloso Chiaramello. En ese sentido, destaca el sistema de trilla APS, que consiste en tres cilindros transversales, cada uno con un diseño específico y función determinada. A eso se suma la metodología empleada para la separación de los granos, a través de un rotor longitudinal con regulación independiente llamado "Roto Plus". “Este sistema híbrido es único en el mercado y te genera mucha tranquilidad y confianza. No presenta problemas de roturas y se obtiene una muy buena calidad de grano”, explica el contratista.

Además de una mayor eficiencia en la recolección, el sistema APS garantiza una mayor limpieza y un incremento del rendimiento de hasta 20% con el mismo consumo de combustible. El contratista remarca también el buen desempeño de ambas máquinas en cualquier tipo de condición de suelo, ya sea verde, húmedo o seco: “Podés trabajar de noche con mayores niveles de humedad, y sin embargo terminás haciendo un muy buen trabajo”.

La regulación automática del equipo es otra de las particularidades que destaca Chiaramello, mientras asegura que el cultivo más difícil de cosechar es el trigo, del que trilla entre 1.800 y 2.500 hectáreas al año en el sur de La Pampa y la provincia de Buenos Aires.

Pero como buen prestador de servicios, Chiaramello no pierde de vista la necesidad de sus clientes. “Nos piden fundamentalmente los mapas de rendimiento para poder hacer siembra y fertilización variable”, dice el contratista y pondera el sistema TELEMATICS. “Es una tecnología que CLAAS tiene hace mucho tiempo y recién ahora las otras marcas lo están incorporando”, afirma y destaca la posibilidad de acceder a toda la información que genera la máquina en forma remota, desde un celular o una computadora.

“Con esta tecnología se pueden controlar las horas de trabajo de la máquina y la cantidad de hectáreas cosechadas”, aclara Chiaramello y reconoce la necesidad de capacitarse aún más en las tecnologías de precisión que ofrecen tanto la TUCANO como la LEXION. “Uno de los cuatro operarios con los que trabajo es el encargado de bajar todos los mapas”, señala.

El primer encuentro de Chiaramello con una CLAAS se produjo en el 2012, cuando adquirió una TUCANO 470. “En realidad yo quería una LEXION, porque veía que la TUCANO era un poco chica”, explica. Sin embargo, el contratista se vio sorprendido por el desempeño de esta cosechadora pensada para productores de menor escala. “Ya en la primera campaña supe que estaba totalmente equivocado. Al final de cada día me daba cuenta que tenía una capacidad de trabajo entre 10% y 15% superior a la otra máquina que tenía”, revela.

La calidad de los componentes, la solidez y eficiencia de trabajo y su alto nivel tecnológico convencieron a Chiaramello de comprar una nueva TUCANO 470. A partir de ese momento, ya nunca abandonó el mundo CLAAS. Le siguió luego una TUCANO 570 y finalmente el año pasado se desprendió de la última TUCANO 470 para lograr su ansiada LEXION 750. “Ahora tengo máquinas para dos o tres años más. Esperemos que en el transcurso de ese tiempo la situación del país se revierta un poco y sea más fácil acceder a una 0 km. Y a la hora de optar por una marca ni lo dudo: seguiré con CLAAS”, finaliza convencido.